«Aunque no me gusta ese reto de ganar o ganar, sí que es cierto que no somos un club que podamos vender otra cosa que no sea el ir a ganar. Sabemos que es difícil, porque los demás equipos también juegan y han confeccionado plantillas muy importantes, pero no podemos arrancar para mantener la categoría y debemos de aspirar a algo más, motivo por el que hemos trasladado el equipo a Las Palmas de Gran Canaria, para poder aspirar a metas más ambiciosas, tanto en el territorio nacional como internacional».

«Somos uno de los candidatos, pero viendo como se han reforzado el resto de los equipos vamos a tener que pelear mucho. No podemos vender la piel del oso antes de cazarlo, pero es cierto que tenemos nuestras opciones».

«Llevábamos unos dos años hablando de la posibilidad de volver a Las Palmas de Gran Canaria, motivados por dos razones principalmente: la propia plantilla de jugadores te va obligando cada año a buscar retos cada vez más ambiciosos y yo no podía ofrecerle a la plantilla eso que me demandaba, el poder aspirar a levantar un título. En Vecindario estábamos muy cómodos pero nos faltaba ese plus para pelear por las primeras posiciones».

«En segundo lugar había un poso en la sociedad que nos reclamaba que regresara el equipo de nuevo a la capital, es algo que se palpaba en el ambiente y esperamos poder plasmarlo en la cancha con títulos y que el club perdure en el tiempo».

«Esperamos que sea el comienzo de una nueva era de este equipo».

«Veo paralelismos entre este equipo y el de la primera etapa. El equipo que se ha confeccionado es muy parecido al que teníamos entonces, salvando las diferencias e incluso nuestros jugadores han escuchado tantas veces hablar de aquella época que en sus genes parece que han pertenecido a esa etapa y han interiorizado esos títulos y al entrar en el pabellón para ir a entrenar en estos últimos años en alguna ocasión, han sentido un respeto por el CID, como si se tratase de una catedral y así me lo han transmitido».